LAMPEDUSA
Y LA DIGNIDAD EUROPEA
Ante
el drama colectivo que acaba de producirse en Lampedusa, con la
muerte o desaparición de mas de 400 personas que de origen eritreo o
somalí, buscaban asilo o simplemente sobrevivir, el Papa Francisco,
no ha tardado ni 12 horas en calificarlo como “una
vergüenza
“y el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon como
“una
llamada de atención” a la comunidad internacional
No
se necesita saber mucha geografía ni política para constatar que
Lampedusa es Italia y que Italia forma parte de la Europa del
bienestar, baluarte en todo el mundo de los derechos y valores de
las personas, de todas, y de la garantía de su dignidad, dentro y
fuera de la Unión Europea.
Si
la Unión Europea y sus miembros tienen corresponsabilidad estatal y
en el mercado interior, en el comercio internacional, y sobre
aspectos esencialmente económicos, como la crisis bancaria, la prima
de riesgo, el control del déficit, cabe preguntarse si también sus
estados, autoridades son corresponsables colectivos y estatales de un
trato “humano y digno a las personas “aunque no sean ciudadanos
de la Unión Europea.
En
pleno 2013,(siglo XXI) no es admisible que Europa y los 28 Estados
miembros miren distraídamente hacia el cielo o se escuden o excusen
su omisión en los presupuestos, en la crisis bancaria, en las
burbujas inmobiliarias , o en la ley de cada Estado que castiga la
ayuda a los irregulares , para no implicarse en la defensa de la
dignidad de las personas inmigrantes, asiladas o refugiadas que
buscan una esperanza de vida en la Europa de la “Champions League”.
La
dignidad no es sólo un valor moral o religioso, forma parte de
nuestro ordenamiento jurídico y su defensa es la base de la
convivencia y debe de protegerse adecuadamente a todas las personas
sin distinción de nacionalidad credo o posición social.
Nuestra
Constitución 1978 así lo señala en el art 10.1 y cabe recordar que
es el primer artículo de la Carta de Derechos Fundamentales de la
Unión Europea, integrada en el Tratado de la UE y que reza: “La
dignidad humana es inviolable. Ha de ser respetada y protegida”.
La
dignidad por lo tanto nos conduce a la corresponsabilidad de Europa,
a la Unión, a la de sus Estados y también a quienes legitimamos sus
gobiernos es decir los ciudadanos de la Unión y en la Unión.
Lampedusa,
Melilla, el estrecho de Gibraltar o Canarias no son puntos
geográficos, son dramas humanos de quienes sólo les queda por
perder su vida. Debemos afrontar y solucionar colectivamente, esta
situación, que irá a más, para no seguir avergonzándonos como
ciudadanos europeos que aspiramos a ser defensores de los derechos
humanos.
Eduard
Sagarra Trias
Presidente
de la Asociación para las Naciones Unidas en España
Abogado
Socio Roca Junyent; Profesor de Esade
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