divendres, 9 de setembre del 2016

¿No ha habido refugiados ni ahogados en el Mediterráneo?

Durante el verano parece como si en la vieja  Europa y en la altiva Unión Europea de los valores, de los principios y de los derechos humanos, su garantía y  su defensa “estén de vacaciones” o, peor aún, se produzcan tiempos muertos como en los partidos de baloncesto. En estos “tiempos muertos” toleramos que no se apliquen ni respeten los derechos humanos, las libertades públicas ni el Derecho Internacional Humanitario, el Derecho de guerra y mucho menos el derecho de asilo. Toleramos y la UE fomenta, por acción u omisión,  su vulneración. Estas “vacaciones y tiempos muertos” son evidentes al incumplirse las obligaciones que los Estados tienen contraídas según el derecho interno y también por los tratados internacionales que garantizan la protección de los refugiados, asilados y desplazados.
Llegados a las postrimerías del verano de 2016 la pregunta que cabe hacerse ante esta desinformación y desinterés generalizado, es: ¿No ha habido ningún movimiento importante de refugiados procedentes de Siria, o han sido detenidos en Turquía o quizás resulte que se han ahogado todos en la travesía sin que la informatizada Europa se haya enterado? 
Es una evidencia que hay una clara desinformación mediática sobre la llegada de refugiados y sobre las muertes en el mar. Todos y especialmente nuestros políticos y gobernantes achacaran esta ignorancia y trato a los refugiados, a la falta de acuerdos políticos en la política española, a la situación económica, a las consecuencias del Brexit , a las elecciones americanas , a la importancia de las Olimpiadas en Rio o, incluso, la culpa la tiene el importantísimo debate sobre el uso o prohibición del Burkini en la Costa Azul , la reglamentación de los perros en las playas o si deben tolerarse playas nudistas en los países de cultura cristiana.
Lo cierto es que silenciosamente este año se han contabilizado más de 4.000 (cuatro mil) muertes en la travesía marítima hacia Italia, Grecia o España. En 2015 fueron 2.656 los ahogados contabilizados. Esta cifra es aproximada y a bulto seguro que, en realidad, es muy superior pues se desconoce cuántos partieron de Libia, o Turquía. Esta estadística solo la tienen las mafias o traficantes impunes de personas, toleradas y no perseguidas en los puertos de salida y los vigilantes del mar.
Otra cifra escalofriante: hasta el 16 de agosto 2016 habían llegado a Italia y Grecia cerca de 300.000 migrantes y refugiados. Ciertamente es muy inferior a los más de 1.200.000 solicitantes de asilo de 2015, cuya situación está aún por resolver a pesar de que no se informe del que está pasando en los campos de refugiados. El acuerdo con Turquía tiene mucho que ver en esta disminución de desplazados y refugiados, a pesar de que las causas y la guerra en Siria siguen vivas.
Ante la magnitud de la tragedia debe de avergonzarnos nuestra omisión pues de la reubicación que acordó la Unión Europea en abril de 2015 referido a los 160.000 refugiados, tan solo se ha cumplido un 7%. España está en la cúspide del “hit parade” de los incumplidores pues de los 16.500 refugiados a los que se comprometió hace un año y medio, escasamente se han reubicado dos centenares, a pesar de lo que se publique por el Gobierno central en funciones que en este ámbito ciertamente no funciona ni trabaja.
Europa se ha desentendido de sus obligaciones y además en el tema de los refugiados la ciudadanía de la Unión siente  una clara “compasión fatigue”. Hay un sentimiento entre la ciudadanía de que la guerra de Siria no es  culpa nuestra y por tanto que es una responsabilidad de los gobiernos, de la ONU y de las potencias implicadas. Si añadimos, en vísperas de elecciones en media Europa (quizás incluso en Navidad) las proclamas populistas contra de inmigrantes y refugiados sirven a las campañas, alegando que en Europa no cabe más gente. También se denuncia que  este ejercicio de humanitarismo supone un peligro para el estado del bienestar de la Unión y favorece al terrorismo internacional y los atentados. Los políticos temen perder votos en favor de los partidos populistas y euroescépticos si defiende políticas de integración, acogimiento, para refugiados y asilados. El miedo ha contagiado a los medios de comunicación.
Una clarísima prueba de la situación es el ilegal Acuerdo o Declaración de 18 de marzo 2016  entre el gobierno Turco y el Consejo de Ministros de la Unión Europea, que bajo la excusa de frenar a los refugiados sirios, eliminaba de un plumazo la protección del Derecho de asilo y refugio que era y es obligatorio en todos Estados de la Unión Europea. El “ilícito “acuerdo convirtió en “emigrantes ilegales” a los solicitantes de asilo y autorizo ilícitas “deportaciones masivas” de refugiados y peticionarios de asilo desde Grecia a Turquía.
Turquía no era ni es  un “país seguro” a los efectos del Convenio de Ginebra sobre Refugiados pues en aquel país no se garantizaban ni se respetaban los derechos humanos. Los jefes de Estado y las Instituciones Europeas prefirieron, a cambio de pagar 6.000.000.000  de euros y aceptar una permisiva política de visados para los turcos que el presidente Erdogan fuera el muro de contención de los refugiados sirios. No importo al Consejo de Ministros lo que les pasaría a los refugiados, sabiendo que Turquía no es parte de la totalidad del Convenio de Ginebra ni de su ampliación en el Protocolo de Nueva York y por lo tanto no está obligada convencionalmente a respetar el trato a los refugiados.
El fallido golpe de estado en Turquía, la política represiva y detención de más de 89.000 presuntos enemigos del régimen turco, ha propiciado que se suspendieran los derechos y libertades públicas y, aún más grave se deje de aplicar la Convención Europea de los Derechos Humanos, planteándose reinstaurar la pena de muerte.
Ante este cumulo de despropósitos la sociedad europea debería de posicionarse, exigiendo a sus gobiernos información del ininterrumpido  drama humano en el Mediterráneo, atajar sus causas y adoptar las medidas a las que está obligada. Pero sobretodo debe denunciar de inmediato los acuerdos con Turquía que posibilitan la negación de los derechos humanos a los refugiados. Si no lo hacemos será una evidencia que los derechos humanos y sus garantías siguen de vacaciones o en tiempos muertos.

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